© Copyright 1980 J.A. Diaz Publications
Autor: S.W. Mathewson
De todas las materias primas, las sacarosas son las que requieren menos procesamiento. Lo único que hay que hacer antes de fermentar las melazas y otros jugos azucarados es diluirlos y ajustar el pH. Otros materiales, como las uvas y el resto de las frutas, hay que prensarlos o machacarlos para extraerles el jugo.
Además del prensado también son aplicables el ajuste del pH, la dilución y la limpieza explicados en el capítulo cinco. Los detalles sobre las distintas materias primas sacarosas se explican en el capítulo diez.
Muchos materiales sacarosos, como la fruta y la remolacha, tienen que pasar por la prensa antes de fermentarlos. Así el zumo cargado de azúcar se separa del resto. Se hace con una prensa como las que se usan para las uvas y la sidra. En vez de prensar se puede machacar, y filtar los sólidos antes de destilar el líquido, pues la mayor parte del equipamiento de destilación no admite sólidos.
Hay algunos problemas relacionados con el prensado y el machacado. El prensado, en el mejor de los casos, deja atrás una buena cantidad de material fermentable. Normalmente sólo extrae el 75% de los glúcidos de las manzanas y el 80% de los de las uvas. Se puede mejorar mezclando el residuo con un poco de agua para disolver el azúcar y volver a prensarlo. Sin embargo este método diluye más la mezcla y obliga a gastar más energía y tiempo durante la destilación. Si el zumo de fruta contiene, por ejemplo, un 10% de azúcar, la concentración de etanol después de fermentarlo será del 5%. Cualquier cantidad de agua empleada para arrastrar más azúcar del residuo reducirá la concentración final. Cuanto menor sea la concentración de alcohol más agua habrá que separar en la destilación. Sin embargo en muchos casos esto está justificado por la mayor cantidad de alcohol que se consigue.
Machacando el material en vez de prensarlo se puede fermentar toda el azúcar, aunque normalmente hay que exprimirlo antes de destilar. Igual que antes, parte del líquido se quedará en el residuo, y la única solución es mezclarlo con un poco de agua. En un alambique por lotes como el descrito en este libro, no es imprescindible filtar el residuo, porque ese tipo de alambique se lava después de cada uso. En este caso el machacado es mejor que el prensado.
Algunos materiales como los tallos del maiz dulce, la caña de azúcar, y otros parecidos hay que prensarlos con grandes prensas hidraúlicas. La alternativa es triturarlos y calentarlos con tan poca agua como sea posible para disolver el azúcar. Para sacar toda el azúcar hay que repetir este proceso muchas veces. Cuando la dilución ya no queda compensada por la cantidad de azúcar extraída, no vale la pena seguir. Dos extracciones de un galón cada una disuelven más azúcar que una sola extracción de dos galones.
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